miércoles, 18 de marzo de 2015

Sueño, realidad, y mi primer cliente.


Después de su trayectoria por el taller, este fue su paradero.
Ya no vale un 8,5.

Vale lo que mi hermana haga de él, vale el estorbo que genera cuando ella lo abre y entonces hace sus regeros por toda la sala, vale lo que aguante el cartón y lo que aguante mi mamá, vale las veces que ella me pide que le arme "la casita", y vale el sentimiento de ver el primer bebé alzando vuelo, el primer proyecto en su contexto real. Sobre todo, vale esa sensación de sentirse arquitecto.

Oficialmente, mi primer cliente. En la entrega de las llaves del proyecto, su primer gesto fue de incertidumbre, pues, como pueden ver, el objeto no tiene pinta de nada, y aunque los niños esten dotados de super poderes imaginativos, un objeto sin referencia es desconcertante. Sin embargo, diez minutos después sería bautizado de por vida como "la casita", dejando así de lado toda aquella "hablada" arquitectónica que sustentaba mi proyecto.

Lo que me queda de esta primera oportunidad es el hecho de poder percibir ese roce, desde un principio se empieza a generar un desfase entre lo que concebimos en los trajines de la vida tallerina y lo que sucede en la vida real. Encontrar esa sensiblidad que lograría vicular lo alto de nuestros sueños con la tierra de la vida cotiadana, es el reto.


Mi espacio-objeto de juego, recién concebido.

sábado, 14 de marzo de 2015

Aprendiendo a Volar

 "Este será el lugar donde puedo ser, aquí me voy a esconder de los juicios y voy a ver el cielo toda la noche. El cielo está en blanco; para imaginar y rayar desde cero, hacer lo que me dé la gana, crear mis sueños a escondidas. Al día siguiente solo volver a la U, revisar en taller y enseñar lo que he concebido a los demás."

Espacio Personal, II semestre, 2014.
Cualquier error cuenta, y para esta última palmada ya había tenido suficientes. Los suficientes para haber aprendido ya a lidiar con los síntomas depresivos de las frustraciones tallerinas.

En mis días de cole, no dar la talla, arruinarlo y la "condición de alerta" en ematricula no eran cosa de todos los días; por eso, en mis primeras palmadas, al amanecer, ya nada tenía sentido. Nada salía bien, y la presión y el miedo desconciertan.

Javier a veces habla de un "vacío". Quizá sea cierto, necesitamos estar puestos a prueba por el error para concebir por primera vez una necesidad real del conocimiento. La necesidad de construir nuestro propio método, aferrarnos a una vocación, y empezar a aprender; aprender a volar. 

Volar es dar lo mejor de sí mismo y la sensación de quedar enamorado en el intento.